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Marcha a la Macrocárcel de Zuera

La salud en las cárceles.

x CNT-Madrid (Oficios Varios)

A propósito de las declaraciones de Aristegui y Aguirre

Hace unas semanas apareció en los medios de información (publicidad, orientación, manipulación) la noticia de que el médico español Dr. José Carlos García Sabrido había viajado a Cuba para atender al dictador Fidel Castro.

Además de las declaraciones del Dr. García Sabrido sobre el estado de salud del dictador Fidel, algunos políticos, como es su costumbre, abrieron la boca para alabarse, colgarse medallas y recordarnos que ellos son más buenos.

Aristegui dice que “dictadores y criminales tienen derechos humanos”. Eso ya lo sabemos, junto con los mafiosos y estafadores. Sin embargo, las personas pobres, cuando reclaman los derechos humanos que el sistema dice que tienen, resulta que nunca les llegan, siempre están agotados.

También Aristegui dijo convencido: “Nosotros los demócratas no pensamos que hay que torturar o asesinar, o hacer lo mismo que dictadores y terroristas hacen”. Señor Aristegui, “a otro perro con ese hueso”, que nosotros no vamos tras de él. Por concesiones de explotaciones mineras, por negocios de grandes empresas, incluidas las de armamento, los países demócratas, o los gobiernos de turno, han sido y son responsables o corresponsables de torturas, asesinatos, desapariciones, de poner o mantener a dictadores en muchos países.

La señora Aguirre no podría ser menos y lanza unos leños más al fuego (se la quemaran las pestañas Sra. Aguirre). La presidenta de la Comunidad de Madrid dice que “si el primer cubano necesita un médico español, como será la sanidad para los demás habitantes de la isla y de los presos políticos”. Señora Aguirre , ¿Cómo es la sanidad en las cárceles del estado español? ¿Cómo se trata a los presos y presas que entran enfermos o se enferman en las cárceles? ¿Sabe usted cuantos enfermos y portadores de SIDA hay en las cárceles españolas, cuántos de hepatitis, cuántos con trastornos o enfermos mentales? ¿Qué trato reciben?

Viendo el trato que recibimos los “ciudadanos libres” y con “plenos derechos”; viendo el caso que nos hacen cuando nos quejamos, podemos suponer el trato que reciben las personas encarceladas. En muchos casos, no suponemos, sabemos, el trato inhumano que reciben.

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